Las tracas del Lejano Oriente

 

Javier Albert Gutiérrez. Publicado en el Opinión, 16 julio 1998, diario INFORMACION de Alicante.

Es posible que los hechos vayan a bautizar de forma distinta a como quisiéramos la nueva era que se abre ante nosotros. Se habla de era Posindustrial, de era Digital y de era Espacial como nombres que sucedan en la Historia al de Edad Contemporánea. Sería deseable que alguno de ellos hiciera definitivamente fortuna antes que el de era Atómica.

Sin embargo, todo esto de dividir la Historia en eras no es más que una forma de hacer inteligible algo que escapa a nuestra comprensión y nuestra retentiva. Y que, desde luego, sólo es escasamente válido para nuestra cultura.

Si damos un repaso general al mundo, el panorama que se nos presenta es preocupante. Ni siquiera Europa y América gozan de los beneficios de una estabilidad política y social a medio plazo. La tranquilidad histórica todavía está posándose en la periferia de estos continentes. El futuro económico, político y social de España, Rusia, los Balcanes, Brasil y México tiene que superar todavía desequilibrios que pueden abrir una grieta en el edificio de la Civilización occidental. Así y todo nuestra situación es muy sólida si la comparamos con Asia y África. Si las cosas siguen su curso, tendremos más de veinte años para reparar cualquier tipo de grieta, pues acabamos de entrar en un ciclo largo de expansión económica.

África todavía está en el limbo. Donde está subiendo la presión de la caldera es en Asía. Allí hay cuatro civilizaciones, la china, la hindú, la budista y la malayo-musulmana que están pasando, más o menos, por las trágicas situaciones que pasamos nosotros durante el siglo XIX y que embocan el siglo XXI de la misma forma que nosotros el XX, pero con una tecnología ajena, que mal digerida por sus élites y peor asimilada por sus sociedades, puede desencadenar en ellos mismos consecuencias dramáticas. Y eso añade un plus de riesgo grave para todo el planeta. Es como si le diéramos a un niño de siete años un par de pistolas.

Países que tienen que pasar por un reajuste político similar al que pasaron los imperios centroeuropeos ---turco, ruso y austrohúngaro--- a principios de siglo son China, India e Indonesia (2.300 millones de habitantes). Son países que en el primer cuarto del próximo siglo van a transformar sus economías de base agraria en industriales. Gentes, hoy mayoritariamente analfabetas, que en los próximos veinte años van a despertar de su letargo con el cuerpo dolorido y cabreadas. Acordémonos que aquellos reajustes en Europa desencadenaron la Gran Guerra. Mi consuelo es que la Historia nunca se repite, no obstante, pueden darse situaciones análogas. Esperemos que en un futuro las bombas de plutonio no desempeñen el mismo papel que los gases en la I Guerra Mundial. Aunque los preparativos que hacen China, India y Pakistán no son tranquilizantes. En este mismo año han lanzado sendas tracas atómicas que han sido recibidas con tanto alborozo por sus poblaciones como con alarma por el resto del mundo. Parece como si estuviesen afilándose los misiles para arañarse con más energía.

Después podría venir la segunda parte, que nunca fueron buenas. Los nuevos países que surjan de la victoria en esas luchas querrán modificar su espacio económico en competencia con otros. Y ese podría ser, Dios no lo quiera, el segundo gran conflicto del siglo XXI.

Todo esto suponiendo que las civilizaciones Occidental e Islámica no se vieran involucradas por la vorágine que podría desencadenar una conflagración de tales características en la zona más poblada del planeta. El pronóstico, desde luego, peca de cartesiano, pero, para prevenirlo, primero hay que verlo. La Guerra de las Civilizaciones se divisa en lontananza. Esperemos que sólo sea una entre otras muchas posibilidades.