SOMOS GODOS

 

 

Javier Albert Gutiérrez, profesor de Historia, 26/11/07

 

El día ocho de octubre acompañé a la periodista venezolana, filóloga e historiadora Jurate Rosales a visitar la Universidad de Alicante. El Servicio de Protocolo de la Universidad nos atendió muy bien y la señora Rosales quedó maravillada de la belleza de su campus. Donó a la biblioteca de la Universidad su última obra “Los Godos” y creamos un hipervínculo con su ensayo “Las cuatro mentiras sobre los Godos”, ubicado en la Universidad de los Andes. En estas dos obras pone de manifiesto las cuatro “mentiras” que los historiadores han venido repitiendo inconscientemente sobre esta gran nación desde hace más de un siglo.

 

Jurate Rosales dice que los godos no eran germanos, sino bálticos, originarios de la isla de Scandzia y de Prusia oriental, Lituania y Letonia. Lo que consolidó esta “mentira” fue la traducción del texto de Jordanes, del lingüista alemán Wilhelm Martens (1884-1913), que cometió el error de situar la isla de Scandzia en Escandinavia, "en frente", cuando Jordanes no dice tal cosa en su Gética escrita en Latín en el año 551 d. C, sino que la sitúa en "el frente", en la parte frontal de la desembocadura del Vístula. Las demás traducciones, basadas en Martens, lo han repetido sin comprobar la fuente latina.

 

Jurate, que es de origen lituano y domina el Castellano y las lenguas bálticas, pone de manifiesto en su libro que la lengua española es la forma de hablar el latín vulgar de los godos. Se comprueba en las diptongaciones de la o, a, e largas, en la pérdida de la f inicial, en la palatización de las silabas latinas ki y ti, en el cambio de la k latina por la g española, en la terminación ez de los patronímicos, en la ausencia de t en la terminación de la tercera persona del plural, cambios que son similares a los de las lenguas bálticas.

 

La segunda “mentira” que Jurate descubre es considerar que el idioma de la Biblia de Ulfilas es una muestra del idioma de los godos. Este obispo arriano escribió su Biblia para los “Pequeños Godos”, un pueblo pequeño y pobre que vivía al pie de los montes Stara Planina, en lo que hoy es Bulgaria, y que tenía pocas cosas en común con los visigodos y ostrogodos que ocuparon Italia y España. Lo único que quedó de ellos es dicha Biblia, que es a lo que se acogieron los pangermanistas para, rizando el rizo, adjudicarles el origen germano a todos los godos, tercera “mentira”. Si los godos y francos hubieran sido alemanes, los españoles y franceses hablaríamos actualmente una lengua germánica, como los ingleses, por ejemplo.

 

La cuarta mentira es que los godos eran bárbaros, es decir, medio salvajes. Los godos fueron un Estado bimilenario que se enfrentó con éxito a los Imperios Egipcio, Persa, Griego, Parto, Macedónico y los sobrevivió. Expulsó de España al Imperio Bizantino y puso fin al Imperio Romano de Occidente. La lucha entre godos y romanos es una lucha entre dos Estados que terminaron ganando los godos, nación de una antigüedad trimilenaria cuando llegó a Hispania (pronunciaban España).

 

Para los romanos todos los que no hablaban latín o griego ni tenían leyes escritas eran bárbaros. Pero este concepto hoy día no se puede admitir. Esto nos llevaría a decir que el pueblo inglés, porque su derecho es consuetudinario, basado en la costumbre y la transmisión oral, es menos civilizado que el español o el francés, por ejemplo. Roma, el cristianismo, el romanticismo, el liberalismo, el nacionalismo, el pangermanismo y el marxismo nos han estado contando una Historia que está tergiversada por la ideología, y que hay que revisar desde parámetros más objetivos. Hay afirmaciones gratuitas que se caen por su propio peso cuando el historiador se distancia un poco de esas versiones historiográficas.

 

La influencia cultural gótica en la formación de España como nación y Estado fue enorme. Los vestidos visigodos, como el pantalón, la camisa y los zapatos, sustituyeron los vestidos talares romanos e ibéricos y las sandalias, que solo conservaron los curas y frailes. Los godos introdujeron en España los balcones y voladizos en las casas, las reglas armónicas de la música, nuestro concepto del honor, así como gran parte de nuestra ética. El Español está impregnado en su vocabulario, fonética y léxico de palabras góticas, como zapato, gorro, galones, templado, daga, espada, machete, garbo, estribo, trampa, trepar, rango, banda, bandera, ganado, heno; de antropónimos como Galindo, Gutiérrez, Godoy, Jiménez, Rico, Mira, y la terminación patronímica en –ez, y sus derivadas; de topónimos, como Gudiel, Gudiellos, Gudillos, Godiellos, La Goda, Goda, y todos los que hacen referencia a “tercio”, que es la forma en que se repartieron las tierras con los terratenientes hispanos.

 

El arco de herradura, que los legos lo adjudican a los musulmanes, y el arte mozárabe son visigodos, lo mismo que el estilo de la mezquita de Córdoba. Los españoles somos fundamentalmente godos, de esta forma es como se nos llama todavía en islas Canarias. Si no fuera así actualmente nos pareceríamos más a los africanos y asiáticos que a los europeos.

 

Javier Albert