Los razones DE LA MONARQUÍA

 

 

Javier Albert

Profesor de Historia

 

Publicado en el diario INFORMACION de Alicante, el día 10/10/07, sección TRIBUNA, Pag. i26.

 

 

Los experimentos socio-políticos ajenos a la continuidad histórica y cultural como los de la URSS, China, Camboya y las repúblicas hispanoamericanas siempre han desembocado en sangrientos genocidios, que han tarado el futuro desarrollo de esos pueblos. Cualquiera puede comprobarlo desde la perspectiva actual. Las monarquías europeas, americanas y asiáticas que no sufrieron traumas republicanos son hoy los países más avanzados: Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Japón.

 

La Monarquía es la salvaguarda de la cultura e historia de los pueblos, la garantía de su estabilidad política y continuidad. El Rey es el Jefe de Estado y el representante de la nación, la síntesis viva de su Historia, su patrimonio y su embajador de más prestigio. El que insulta al Rey, mientras sea Jefe de Estado, como el que quema la bandera constitucional, está insultando a todos los ciudadanos.

 

Las civilizaciones se desarrollaron bajo monarquías. Sin la Monarquía Macedónica y la Monarquía Romana no existiría el helenismo ni el derecho, base de nuestra civilización. La Monarquía es una institución que vino dada por la experiencia de desarrollo cultural de los pueblos y que superó la barbarie. Tiene el aval de su eficacia histórica.

 

La Monarquía amplió a los hombres de bien las fronteras de la aldea, del pueblo, de la ciudad, de la isla, y del Estado, para hacerlos universales e iguales en derechos. La Monarquía visigoda creó el Estado español. La Monarquía de los Reyes Católicos formó el primer Estado moderno del mundo. La dinastía de los Borbones abrió España a la Ilustración, hizo la Transición del Antiguo al Nuevo Régimen, derrotó al invasor Napoleón y con Fernando VII y su hija la reina Isabel II se superó definitivamente el absolutismo, y la Monarquía Parlamentaria de 1978 trajo la democracia a España y la elevó al nivel de los países más avanzados del planeta.

 

De la misma forma que la República del Terror de Francia a finales del XVIII fue la causa de Napoleón y los millones de franceses que murieron, para mayor gloria de dicho general, la Guerra Civil española fue consecuencia de la II República, porque fue donde se originó, y también lo fue el golpe termidoriano de cuarenta años de Dictadura posteriores. No ver los hechos tal cual sucedieron son elucubraciones ideológicas para embaucar, una vez más, a las masas desprevenidas.

 

Todos los experimentos de ingeniera social pensados por los filósofos y políticos han terminado en el desastre, en el genocidio de millones de personas, en la destrucción de su patrimonio artístico y en la deshumanización, como les ocurrió a los que sufrieron a los Robespierre, Bonaparte, Hitler, Stalin, Mao y Pol Pot. Cualquiera de ellos en tres años asesinó más civiles que todos los reyes juntos que les precedieron en la Historia. El experimento del general golpista Prim en 1870 de cambiar a su antojo la dinastía histórica trajo la I República en 1873, que tuvo cuatro presidentes, y terminó con una guerra cantonal entre ciudades vecinas se declaraban enemigas entre sí:

 

El cantón de Cartagena, que tenía gran parte de la Armada, exigió un impuesto a Alicante, y como nuestra ciudad se negó a pagarlo la bombardeó. El Cantón de Jumilla mandó a la Nación Murciana el siguiente mensaje:

 

Jumilla desea estar en paz con todas las naciones extranjeras y, sobre todo con la Nación Murciana, su vecina, pero si la Nación Murciana, su vecina, se atreve a desconocer su autonomía y a traspasar sus fronteras, Jumilla se defenderá, como los héroes del Dos de Mayo, y triunfará en la demanda, resuelta completamente a llegar, en sus justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra”.

 

Los nuevos experimentos sociales que están sufriendo las generaciones de la ESO ya está poniendo barreras lingüísticas a su movilidad laboral por toda España, a su proyección de futuro y a su libertad de movimiento y elección.

 

Estamos volviendo al caciquismo y al clientelismos decimonónicos. Algunos alcaldes y “barones” se han convertido en vitalicios en sus pequeños feudos. La telebasura sirve de altavoz a los escándalos de ediles con afán de protagonismo que se niegan a izar la bandera española en sus Ayuntamientos y, por tanto, se rebelan abiertamente contra el Estado de Derecho. En algunas televisiones he visto a todas horas, en una ventana abierta exprofeso, arder las fotos de los Reyes. Y sus directivos no tienen empacho alguno en hacer negocio con estas cuestiones. Por eso son telebasura. Y, desde luego, no veo a nadie que ponga tanto interés en explicar los valores de la Monarquía como otros en inventarse naciones y Estados que nunca existieron, que en eso consiste precisamente el nacionalismo. El nacionalismo siempre es facha, y cuando se junta con el socialismo lo es más todavía. Nacionalista es quien revindica crear una nación nueva, no el que defiende una que tiene una continuidad de más de 1500 años. España siempre ha sonado igual durante más de dos mil años, aunque se haya escrito con otros caracteres. La “ñ” es un grafema inventado recientemente que sustituye a la “ni” de Spania, que es como la escribían los griegos desde la más remota antigüedad.

 

Javier Albert

Profesor de Historia