Las reflexiones de los hijos, nietos y bisnietos

 

 

Réplica al artículo de don Manuel Martínez Lledó “Símbolo o recuerdo”, del 15/06/07, publicado en CANFALI El Semanal.

 

Los hijos y nietos de Luís Albert Martínez y José Luís Maestre Olcina (parientes en este caso, porque era sacerdote), asesinados el 13 de septiembre de 1936, y de Juan Albert Sanz, Antonio Espinosa Torregrosa, Tomás Mira Mira, y Vicente Pérez Escandell, igualmente masacrados el 21 de octubre de 1936 por izquierdistas violentos, deseamos que se conserve el monumento conmemorativo a nuestros padres y abuelos de La Cruz de la Plaza de la Iglesia de Algueña. También deseamos que se restauren los destrozos causados por la erosión. Para nosotros, como para la mayoría del pueblo ajena a intereses políticos, forma parte del paisaje entrañable de Algueña, de nuestra infancia y juventud, y de nuestras vidas. Quitarlo de donde estuvo siempre sería como querer lobotomizar al pueblo. Son y forman parte de la Historia de Algueña.

 

Nuestro pueblo es para nosotros el más bonito del mundo, con la cruz incluida. Los que hemos tenido que emigrar lo añoramos, pues la morriña, el amor a la terreta, se siente más en la distancia.

 

La valoración estética es algo muy personal, don Manuel. Es el primer comentario negativo que oímos sobre La Cruz de la Plaza de la Iglesia, pero al lado de los bodrios de monumentos modernos que han aparecido en casi todas las ciudades españolas, es un primor de buen gusto, tanto en sus proporciones como en relación al contexto urbano. Bien es verdad que le sobra el pegote de granito y le hace falta una mano de pintura. Con una pequeña inversión la dejarían como la Iglesia. Su preocupación estética nos parece más bien una excusa.

 

Tan propagandístico es el gesto de los que fomentaban el “Cara al Sol” brazo en alto como los de los que cantan la Internacional amenazando con el puño. Pero los asesinados no cayeron nunca en el fanatismo de una cosa ni la otra. Déjelos descansar en paz. Si alguien quiere cantarles algo, que les cante un responso. Eso es lo que hubieran querido ellos.

 

La simbología falangista que usted quiere remarcar es contexto de la posguerra y de unos políticos que en Algueña nunca convencieron a nadie. El “Cara al Sol” lo cantaban cuatro, mal y en contadas ocasiones. “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”. Nuestros abuelos fueron las primeras víctimas políticas de Algueña. Sin embargo, no eran políticos, sino labradores. Todos ellos tenían en las manos la huella del legón y la azada. Su delito fue que prosperaron con su esfuerzo. No habían hecho daño a nadie. Fueron sacados de sus casas con argucias, uno a uno, en coches confiscados, con la complicidad de las autoridades políticas locales, provinciales y republicanas, y, sin ningún tipo de juicio, masacrados vilmente en una cuneta. Los dos primeros en el cruce de carreteras del cementerio de Novelda y los otros cuatro cerca de La Romana. Cualquier régimen político es responsable de las atrocidades que se cometen bajo su gobierno, sobre todo, si no se persiguen ni investigan los asesinatos. ¿O a quién habría que pedir, entonces, responsabilidad? ¿Qué culpa tenían nuestros padres y abuelos de que Queipo de Llano en Sevilla dijese una u otra cosa?

 

La verdad no está posesión de ningún individuo o escuela historiográfica. Lo de la legalidad de la II República es controvertible. Ésta se impuso dos días después de las elecciones municipales del 12 de Abril de 1936, antes que se hiciera el recuento final, que después se demostró que las perdieron por goleada, con un Comité Revolucionario provocando la algarada callejera, y con la traición a la Monarquía y connivencia con dicho comité del general golpista Sanjurjo, Director de la Guardia Civil, entre otros muchos militares más que no cito para no salirnos del tema ni extenderme demasiado. Lo legal hubiera sido unas elecciones democráticas a Cortes Constituyentes y un referéndum.

 

Entre los descendientes de las víctimas y firmantes que figuran en La Cruz de la Plaza de la Iglesia los hay de derechas y de izquierdas desde tiempos de Franco. Por lo tanto, de estos crímenes no debe hacerse política. La Memoria Histórica no debe fomentar los odios entre los nietos de los que los sufrieron ni soplar los rescoldos de llamas apagadas hace más de treinta años. Lo que recuerda y debe recordar a los algueñenses La Cruz es el “no a la VIOLENCIA”, el no a la guerra de verdad, no a las inventadas, porque no hay ninguna buena, y menos las revolucionarias y nacionalistas. En las conflagraciones solo disfrutan los violentos y criminales, porque en ellas pueden dar rienda suelta a sus más bajos instintos. Mejor nos hubiera ido a todos los españoles si Largo Caballero y otros “compas” hubiesen estado convencidos de que la mejor guerra es la que no tiene lugar.

 

Si algunos cristianos hablaron de “cruzada” fue porque, bajo el gobierno de la II República, llevar una cruz en el cuello era como ponerse una soga en el mismo, pues por eso fueron asesinados 13 obispos y 13.000 religiosos, más 70.000 civiles. Fue una política de terrorismo de Estado. ¿Se hubiera sabido esto si hubiese ganado la guerra la República? La excusa para matarlos fue su fe en Dios, su ideología de derechas y su fidelidad a la bandera de España, pero bajo ella se escondían muchas envidias y “roboluciones”. ¿Le extraña que la Iglesia se rebelara contra el genocidio del que fue víctima? ¿Los católicos tenían que ir como corderos al matarife? No nos haga un tebeo de buenos y malos con su “síntesis histórica”, por favor.

 

Nuestros familiares no nos hablaron nunca de quiénes fueron los responsables del asesinato de nuestros abuelos. Usted con su artículo puede provocar que los descubramos después de un siglo, y nos haría daño porque estoy seguro que tenemos amistad con algunos nietos de aquellos. Cuando usted habla de reconciliación se referirá a los políticos carpetovetónicos y sus partidos, porque las personas corrientes siempre hemos estado reconciliadas. Eso sí que es estar enfangado todavía en las trincheras de la Guerra Civil. De todas formas, pensamos que no escribe de mala fe.

 

Nosotros no criticamos que se levante monumentos o se ponga calles a los condenados o excluidos bajo la responsabilidad del general Franco, lo que nos molesta es que quiten o ninguneen a nuestras víctimas. Eso sí, cada cual en su sitio, en su lugar y en su tiempo, respetando la Historia, porque a río revuelto ganancia de pescadores.

 

Algueña, 06 de julio de 2007

 

Firman

 

Francisco Javier Albert Gutiérrez

 

Y los siguientes hijos, nietos y bisnietos de las victimas aludidas:

 

Alberto Albert Gutiérrez, Mª del Pilar Alemañ Albert, Enrique Amorós Mira, Pepita Escandell Pérez, Ubaldo Escandell Pérez, Vicente Escandell Pérez, María Espinosa, Tamara Espinosa, Fernando Lledó Escandell, Primitivo Mira Beltrá, Luisa Pastor Albert, Juan Albert Moltó, Lourdes Amorós Alemañ, José Luís Escandell Abad y Vicente Ramón Escandell Abad.