Historia, Islam e integrismo

 

Javier Albert Gutiérrez, profesor de Historia, publicado en diario INFORMACIÓN de Alicante, OPINIÓN, página i17, el día 16/10/2001.

 

Los últimos días se ha escrito y hablado mucho sobre musulmanes, terrorismo y geoestrategia, sin embargo en la mayoría de los comentarios se nota cierta falta de comprensión sobre el Islam y su mentalidad. Carencia importante porque cada día la historia tiende a resaltar más las mentalidades para explicar las causas de los conflictos. Se ve  que la gente no tiene las ideas claras sobre conceptos como musulmán, árabe, islamismo y fundamentalismo.

 

En España es incluso más grave dado que hemos sufrido en épocas pasadas la conquista cruenta de cuatro Imperios islámicos afroasiáticos, que son: el Califato de Damasco, el Imperio “integrista” Almorávide, el Imperio “fundamentalista” Almohade, el Imperio Benimerín y además, desde el siglo XVI al XIX, la piratería de los berberiscos en la costa mediterránea.

 

La península Ibérica se islamizó pero no se arabizó, conservó su lengua, aunque se escribía con caracteres cúficos, y su propia población, pues los árabes, sirios y beréberes que vinieron formaron superestructuras político-administrativas endogámicas que no se mezclaron con los autóctonos y que lucharon entre ellos mismos hasta exterminarse o expulsarse. Los españoles actuales, frente a lo que mucha gente lega en Historia Antigua y Medieval de España equivocadamente dice, no tenemos ascendencia afroasiática, sino celta, ibera y germana.

 

En Alicante se celebran y cobran auge las fiestas de moros y cristianos, que más que el recuerdo histórico de la Reconquista son una simple forma de divertirse y pasarlo bien, pero aumentan la confusión que sobre el islamismo hay en la mayoría de las cabezas.

 

Los mozárabes de España eran los hispanogodos cristianos que vivían bajo dominio político musulmán. Tuvieron que emigra al norte para no ser exterminados.

 

Los muladíes eran los hispanogodos que se convirtieron al islamismo, que aunque rezaban en árabe hablaban lengua romance. Fueron reprimidos con dureza cuando se rebelaban frente al despotismo árabe, que los consideraba súbditos de segunda.

 

Los mudéjares eran los muladíes que se quedaron a vivir en sus territorios cuando fueron reconquistados por los cristianos.

 

Y los moriscos eran los mudéjares que en tiempos de los RR CC se bautizaron  para quedarse en España y que siguieron practicando soterradamente el islamismo. Los moriscos se rebelaron varias veces y en el año 1609 fueron definitivamente expulsados por Felipe III ante la notificación por parte de sus servicios de inteligencia de que iban a apoyar una invasión turca, el Imperio más poderoso de aquellos tiempos, que tuvo bajo su dominio la parte oriental de Europa que hoy se llama Grecia, Macedonia, Albania, la antigua Yugoslavia, Rumania, Bulgaria y Hungría.

 

La expulsión de los moriscos supuso para el Reino de Valencia la pérdida de más de la tercera parte de su población total. Todavía hoy sus descendientes en el norte de África, sobre todo en Túnez, forman una etnia que, aunque ya han perdido la lengua, sustituida por el árabe, tienen a orgullo llamarse andalusíes, conservan sus canciones, la música maluf, su identidad, su forma peculiar de vestir (la sesía o gorro rojo), de trabajar, de construir las casas,  sus aperos de labranza y su cultura española.

 

Sobre el Islam hay que precisar que es tanto una religión como una teoría política; todo musulmán esta obligado a la Yihad para liberarse de gobiernos infieles y a someter el Mundo bajo la voluntad de Alá. Así ha sido desde sus orígenes. Lo que sabemos a ciencia cierta de Mahoma es que era un árabe de la tribu Quraysh que al frente de sus ejércitos fundó un Estado, conquistó un Imperio y estableció su propia dinastía. Este Imperio teocrático borró del mapa las culturas bizantina, persa y egipcia y se mantuvo más o menos unido y con éxito hasta la desintegración del Imperio otomano después de la I Guerra Mundial y el derrocamiento del sultán de Turquía por Kamal Ataturk en 1923.

 

Los imperios islamistas han sido teocráticos, autoritarios, imperialistas, colonialistas y esclavistas; a ello se debe que hoy desde Bosnia a Indonesia haya más de mil millones de musulmanes en el mundo. Los integristas islamistas como Osama ben Laden siguen el modelo de Mahoma, como lo siguieron entre otros Omeya, Abul Abbas, el unicista almorávide Yusuf ben Tashfin, el ultraortodoxo almohade Muhammad ben Tumart y recientemente Jomeini de Irán que derrocó al Sha de Persia.

 

Dentro del mundo islámico una de las causas que legaliza el levantamiento armado contra un jefe de Estado es la acusación de impiedad y, precisamente, eso es lo que está intentando hacer Osama respecto al rey Fahd de Arabia Saudí, acusarle de impío, derrocarle y constituir una nueva dinastía que recupere la unidad y grandeza de los Imperios anteriores. Lo que menos gracia me hace de todo esto es que Osama ben Laden incluye España (Al Andalus) entre los territorios que deben integrar el Imperio musulmán restaurado. Para los islamistas España es como Palestina, territorio a reconquistar.