1. La concepción política de Felipe II.Era un hombre muy religioso: mandó construir el monasterio del Escorial y trasladó allí su Corte. Con un gran sentido del deber, todos los asuntos tenían que pasar por sus manos. A diferencia de su padre viajó muy poco. Se casó con María Tudor, por lo que fue rey consorte de Inglaterra. Pero dicha reina murió sin tener descendencia.. Siguió la tendencia autoritaria y centralista de la monarquía, sólo convocó las cortes de la Corona de Aragón en dos ocasiones y convirtió Castilla en el centro de su política, lo que provocó descontento en los demás reinos. Sus enemigos, tanto internos como externos, orquestaron una campaña ideológica en su contra que es conocida como “La Leyenda Negra”, Que arranca de la Apología que en 1581 publicó Guillermo de Orange acusando al rey de incestuoso, adúltero, asesino de su hijo Carlos, y de su esposa, Isabel de Valois, y de otros delitos más convencionales, como tiranía, duplicidad y fraude, con el tiempo no hizo sino acumular argumentos, generalmente protestantes. 2. Política exterior.2.1. La amenaza turca.Se tuvo que enfrentar a los mismos conflictos que su padre. Proteger a los católicos europeos de los desmanes revolucionarios protestantes y hacer frente a los turcos que habían ocupado toda la Europa oriental, tenían sitiada Viena y acababan de conquistar Chipre a la república de Venecia. Firmó la paz de Cateau-Cambrésis (1559) con Francia, por la que se establecía una alianza contra los infieles y los herejes. El pacto quedó sellado con su matrimonio con la infanta francesa Isabel de Valois. En 1560 las repúblicas italianas y el Papa viéndole las orejas al turco, que dominaba el Mediterráneo, solicitaron ayuda a Felipe, formándose una armada entre Génova, los Estados Vaticanos, Venecia y España comandada por don Juan de Austria, que iniciaron las campañas. En la batalla de Lepanto (1571) lograron derrotar a la armada musulmana y limpiar el mar de piratas berberiscos, que impedían la navegación pacífica y comercial. 2.2. La insurrección de los Países Bajos.Fue una revolución nacionalista fomentada por las potencias enemigas de España y que utilizó la cuestión religiosa como estrategia política. Siendo gobernadora Margarita de Parma estalló la sublevación en 1567, encabezada por el príncipe de Orange. A este se unieron pronto luteranos y calvinistas, que en 1566 quemaron más de cuatrocientas iglesias y monasterios y cometieron innumerables crímenes. El rey encargó mandó al duque de Alba para que restableciera el orden. Derrotó a los condes rebeldes de Horn y de Egmont, que fueron juzgados y condenados a muerte. Pero esta política tan dura encrespó más los ánimos y el rey decidió sustituirlo. Luís de Requesens llegó con la orden de pactar a toda costa, pero todos los esfuerzos fueron inútiles. La muerte del gobernador y el impago de las tropas produjeron el vandálico saqueo de Amberes que aumentó más la tensión. El rey mandó a su hermano don Juan de Austria que firmó la Pacificación de Gante y el Edicto perpetuo, por el que se restablecían antiguos privilegios, pero cuando murió 1578 casi todo el país estaba sublevado. Farnesio, tras la muerte de don Juan, se ganó a las provincias meridionales, católicas y más tradicionalistas. Pactó con ellas la Unión de Arrás frente a la Unión de Utrecht (1579), que aglutinaba a los protestantes. Se diseñaban así las futuras Bélgica y Holanda. Los tercios vencieron en las batallas de Maastricht, Tournai, Gante y Amberes, devolviendo las PP. UU. a la obediencia real. Más tarde, la ayuda de Inglaterra por mar y refuerzos franceses por tierra posibilitaron la rebeldía e independencia de las provincias del Norte. 2.3. La integración de Portugal.Se produjo cuando murió el rey don Sebastián de Portugal sin sucesor. Había tres candidatos con los mismos derechos: 1. Felipe II, apoyado por la partido de la aristocracia. 2. La duquesa de Braganza. 3. Don Antonio, prior de Crato, apoyado por la burguesía. Don Antonio se proclamo rey
unilateralmente, obligando a Felipe II a imponer sus derechos por las armas. Portugal se unió a
la Monarquía Española, conservando sus leyes, sus instituciones y
su sistema monetario, saldándose la
deuda que los reyes de España habían contraído con su honor, con Dios y con
la Historia: recuperar la
unidad del Reino perdida por los visigodos en el año 711. 2.4. La guerra contra los anglicanos.Felipe II decidió invadir Inglaterra por tres motivos: 1. Porque le había pedido apoyo el Partido católico inglés. 2. Porque los piratas y corsarios ingleses atacaban los barcos comerciales en el Atlántico. 3. Porque la Corona inglesa mandó 7.000 soldados a los PP BB para apoyar la rebelión flamenca. La
chispa saltó cuando la reina anglicana Isabel ejecutó a la católica María Estuardo,
reina de Escocia y de Inglaterra. Se reunió la Gran Armada o Armada Invencible, una flota de 131 barcos y 30.000 hombres que zarpó en el verano de 1588, pero no pudo conseguir su objetivo por las siguientes causas: 1. Se nombró comandante al inexperto duque de Medinasidonia. 2. Las mareas adversas impidieron atracar los barcos en Amsterdam. 3. Los vientos arrojaron los naves al mar del Norte, donde las tempestades destrozaron las galeras mediterráneas que naufragaron o tuvieron que refugiarse en puertos enemigos. 4. Las pequeñas veleros anglicanos con mayor capacidad de maniobra, acosaban con una artillería de más alcance a los desperdigados barcos españoles. De los más de 130 navíos de esa flota sólo cinco habían sido hundidos o inutilizados y dos capturados. El resto de los aproximadamente 60 bajeles naufragados o desaparecidos debieron su suerte a los elementos de la naturaleza o a accidentes fortuitos, ajenos a factores bélicos Cuando
Felipe II recibió la noticia del desastre pronunció la celebre frase “Yo mandé mis
barcos a luchar contra los ingleses no contra los elementos”. Esto fracaso posibilitó el triunfo definitivo del partido protestante inglés, que exterminó a los católicos. La Contra-armadaAl año siguiente, la reina Isabel, creyendo debilitado el poderío marítimo del rey Felipe, mandó al almirante Drake y el general Norris, a los que se les unió más tarde el conde de Essex, amante de la Reina, a España al frente de La Contra-armada, compuesta por 7 galeones reales, 60 filibotes holandeses y otro tipo de embarcaciones hasta completar 170 unidades, que transportaban más de 23.000 hombres, que zarparon de Plymouth el 14 de abril de 1589 , donde cosecharon cuatro fracasos estrepitosos frente a La Coruña, Lisboa, Azores y Vigo, teniendo muchas más bajas que los españoles en la anterior expedición. En La Coruña fueron hundidos tres galeones, cuatro navíos, capturados 30 cañones y gran cantidad de bastimento, y muertos 1500 hombres, por lo que tras la derrota y vista la inutilidad de sus esfuerzos, el día 18 se hicieron a la vela. Pusieron rumbo a Lisboa, donde el día 9 de junio el conde de Fuentes obligó a retirarse al general Norris , matándole más de la mitad de sus hombres. Los ingleses se retiraron a Cascaes perseguidos por el almirante don Alonso de Bazán, que hundió el barco del capitán Minshaw, que murió en combate, y a Drake le hundió cuatro barcos más; el adelantado Martín de Padilla incendió otros tres barcos. La caballería de Pedro Guzmán, sorprendió cuando iban a embarcar a una guarnición que los ingleses habían dejado en Peniche, muriendo casi todos en la batalla. El día 6 de julio arribó derrotado y maltrecho el conde de Essex a Inglaterra. El 10 de julio llegaba Drake a Plymouth con menos de 2000 hombres. Según el historiador británico M. S. Hume, de los más de 23.000 hombres que zarparon de Plymouth, sólo 5.000 regresaron. Entre la oficialidad las bajas mortales fueron muy altas, perecieron el contraalmirante William Fenner, ocho coroneles, decenas de capitanes y centenares de nobles voluntarios. A estas pérdidas hay que añadir la destrucción o captura por los españoles de al menos doce navíos En 1596 el almirante español Alonso de Sotomayor derrotó y terminó con la vida de Drake y Hawkins en Portoalegre de Las Indias, hundiéndoles 14 de los 28 barcos que componían su flota. Pero estas cosas los textos de bachillerato no suelen contarlas.*[156]* 2.5. La guerra contra los hugonotes franceses.En 1584, Enrique II de Francia, sin sucesión, reconocía como heredero a Enrique de Borbón, un hugonote, con protesta de los católicos dirigidos por Enrique de Guisa, heredero reconocido. El desastre de la Invencible hizo creer a Enrique de Borbón que no tenía que temer a los españoles, y mandó asesinar al duque de Guisa. En 1591 los Tercios entraban en París, posibilitando el triunfo de la Liga Católica. Enrique III si quería reinar tenía que abjurar de su herejía. Fue entonces cuando pronunció la célebre frase: “París bien vale
una misa”. Sin la firme voluntad de Felipe II, Francia,
actualmente, sería protestante, igual que Inglaterra. 3. Los problemas internos.3.1. Las alteraciones de Aragón.En Aragón el régimen señorial era muy duro. Felipe II intentó cambiar la jurisdicción señorial por la real, con el apoyo del pueblo, pero la aristocracia se rebeló. En estas circunstancias, Antonio Pérez, secretario del rey y fugitivo de las cárceles castellanas se acogió a la protección del Justicia de Aragón, Juan de Lanuza. El ejercito real en septiembre de 1591 venció al aristocrático. Juan de Lanuza fue ejecutado pero Antonio Pérez logró huir a Francia. En buena medida fue el creador de la “leyenda negra” antiespañola. Felipe II reformó los fueros aragoneses restando muchos de sus privilegios. 3.2. La sublevación de las Alpujarras: la cuestión morisca.Carlos I, en 1525, había concedido a los moriscos españoles un plazo de cuarenta años para el abandono de sus prácticas. El plazo expiraba, pues, en 1565. Debido a un apoyo prometido por los turcos, los moriscos granadinos se rebelaron en 1568. Para evitar la llegada de los musulmanes africanos don Juan de Austria actuó con rapidez y consiguió una brillante victoria en un terreno difícil. Fueron expulsados del Reino de Granada 85.000 moriscos. Pero Felipe II, contra lo que le aconsejaban, no optó por la expulsión a África, sino por una complicada redistribución de los moriscos granadinos por las zonas del interior del norte de España: Soria, Burgos, Palencia, Zamora, Santander, Ávila, Segovia, Salamanca y León. 4. Conclusión.§ Felipe II culminó con éxito la política seguida por todos sus antepasados de restablecer la unidad política de España perdida por los visigodos frente al Califato árabe. § Se dio un gran impulso a la evangelización y colonización americana, incorporando definitivamente el Nuevo Mundo a la Civilización. § Se frenó a los protestantes, salvando para el catolicismo parte de Alemania, Polonia, Bélgica, Austria y Francia. § Se paró a los turcos en Europa y el Mediterráneo, salvaguardando los tesoros artísticos y culturales de la civilización Occidental. § España fue el arbitro de Europa y el Español la lengua culta y diplomática de la época. |