Crónica de la XI Media Maratón de Orihuela 2009

Francisco,  Angelín y yo de azul al fondo

Javier Albert, 8 de febrero de 2009

Con Elmurciano hacia meta

 

Después de mi primera experiencia en Santa Pola tenía muchas ganas de correr el siguiente Medio Maratón, y Orihuela, aunque que quedaba sólo a tres semanas, muy poco para mejorar porque entre recuperación y descarga se pasaba el tiempo, fue la prueba elegida. Estaba seguro de que iba a mejorar mi MMP, lo que no sabía era en cuánto tiempo.

La semana previa se presentó meteorológicamente mala , y el sábado la previsión era de un domingo ventoso y feo. Mal asunto. Algunos, ante las inclemencias del tiempo, decidieron no ir. Yo me eché para adelante, máxime habiéndome salido en el Foro de atletismo un aliado con experiencia, Paco,  que me aseguraba que íbamos a superar los malos augurios. Paco esbozó un plan donde tenía perfectamente precisados el ritmo de velocidad a 6’:24’’ y los tiempos de paso por los kilómetros 5 en 32’, 10 en 1:04, 15 en 1:36 y 21 en 2:15.

El viernes me llamaron unos amigachos y nos fuimos de juerga, y caí en la tentación de beber unos gintonic a sabiendas de que suelen poner garrafón. Así fue. Me desperté de madrugada con un dolor de cabeza que no remitió en todo el día. Menos mal que el sábado por la noche me tome un Stilnox y dormí como un tronco. Cuando sonó la música a las seis de la mañana estaba frito y me levanté nuevo.

El viaje fue tranquilo y el Tom Tom permite ir relajado porque avisa con antelación de los desvíos. Llegué a Orihuela derecho y tempranito en 50 minutos, con plazas de sobra en el parking. Me dirigí a por el dorsal y allí me encontré con algunos corredores conocidos, con Gaspar, Paco y Angelín, con los que intercambie saludos, pero no me quise entretener para que no me pasara como en Santa Pola que llegué tarde, sin calentar y nervioso.

Recogí el dorsal y me volví para donde tenía el coche, me lo coloqué y me puse a calentar media hora con el chándal, pues hacía frío. Llegué a la salida unos diez minutos antes y allí estaba Angelín, un corredor popular que acaba de salir de una lesión, y nos dijo que iba a hacerla con nosotros.

Enseguida se empezó a llenar la línea de salida y salió la carrera. Angelín me presentó a Francisco, su amigo, y a otro más, que también era tocayo, y salimos Los Cinco Pacos con alegría hacía nuestra meta. Los tres primeros kilómetros íbamos rapiditos para mí, a unos 6’. Angelín, a pesar de su rodilla en recuperación, de corazón y pulmón iba muy sobrado, haciendo fotos para su blog a diestra y siniestra, así es que ElMurciano y yo les dejamos ir en el kilómetro cinco. Yo sabía cuál es el coste de hacer alegremente los primeros 10 kilómetros y veía que estaba cayendo en el mismo error, que podía empacharme  de ácido láctico.

Seguimos solos y pasamos el kilómetro 10 en el tiempo previsto en el Plan de Carrera. Se nos pusieron dos chicas delante y Elmurciano me dijo que no perdiera de vista el culo de los bombones, que nos llevarían a meta en el tiempo previsto, pero yo iba ciego y no veía na. La cosa iba bien de tiempo, pero ya empezaba a notar cansancio. Aguanté el ritmo hasta el kilómetro 13, pero a partir de ahí tuve que aflojar. Se me pasó por la mente el abandono , pero Elmurciano me lo leyó en la cara y me dijo que no mirara más el reloj. Más adelante vi como era él el que estaba pasando por un momento difícil. Estos kilómetros intermedios son los más duros en las carreras de fondo, porque piensas en lo que llevas y en lo que te queda todavía. En sentido contrario vi entonces pasar a una amiga, que iba sonriendo rodeada de grandes corredores,
Andy, que corre con la Universidad, y le di un grito de ánimo
¡¡¡Zuuuper campeoooooona!!!
 

Iba ya débil por el kilómetro 14, y noté un golpe en la espalda, era mi amigo Calamar, también corredor de la Universidad, que se entretuvo algo con nosotros para darnos ánimo, y lo consiguió, porque a partir de ahí empecé a renacer . El entrañable Andrés me tocó con su mano mágica y me infundió tremenda fuerza.

En el kilómetro 15 Elmurciano me dijo que ahora empezaba nuestra carrera y en el 16 ya iba otra vez fuerte y seguro de mí mismo, no me dolía nada y sabía que podría aguantar trotando a ese ritmo otros diez kilómetros. Al final de la carrera miré el reloj a hurtadillas y pensé que si no espabilábamos nos iban a dar
con la puerta en las narices, así es que arranqué, a pesar de los gritos de mi compañero de fatigas para que parara, y, cuando vi que quedaba sólo un kilómetro, salí zumbando. Quería vaciarme en ese  kilómetro y darlo todo en los últimos 100 metros, porque sabía que iba justo de tiempo para poder clasificarme.


Los árbitros veían alucinados mi aceleración y cuando pasé la línea me pasaron el escáner, me dieron el certificado de mi tiempo, y el más alto me abrazó y acompañó a que recogiera la bolsa de regalo, preocupándose de que me dieran mi talla. ¡Qué amables! Se estuvo un rato conmigo y me dijo si necesitaba algo más. Son gestos que se agradecen y hacen grande a una persona.

Todos tendríamos que estar satisfechos con estos clubes como el Tragamillas de Orihuela y con estos Ayuntamientos que trabajan de una forma muy efectiva por fomentar el deporte y la vida saludable de los ciudadanos. Tener ciudadanos sanos y fuertes es tener una población de calidad, y la calidad se transmite a todo. Gracias Club Tragamillas, gracias Orihuela, siempre os llevaré en mi corazón. La organización del Medio Maratón fue perfecta, sobresaliente, desde el primer voluntario hasta el último policía. ¡Qué buen hacer tienen los oriolanos!

538 - Albert Gutiérrez, Javier - 16 Veterano masculino - Independiente - 2:11:24 06:13

MMP, Orihuela 2009, 02:11:24 (oficial)