Tema 16. La decadencia española y la pérdida de la hegemonía europea en el siglo XVII
El duque de Lerma solucionó de golpe el problema de los moriscos. El Imperio turco musulmán tenía ocupada toda la Europa oriental y era una amenaza constante para la Península desde sus bases de las costas del norte de África. Las incursiones de corsarios musulmanes en las costas del Levante español eran constantes. Todavía hoy en la carretera nacional de Alicante a Valencia se observan las torres de vigilancia para detectarlos a tiempo. En la misma Albufera de Alicante las casas de campo se llaman torres, porque tenían que tener una para refugiarse de los corsarios berberiscos que desembarcaban por sorpresa para saquear y coger esclavos blancos, muy apreciados en África. Felipe II ya había acordado en el Consejo de Castilla llevar a cabo la expulsión, puesto que todos los plazos y medios para asimilarlos a los cristianos habían dado resultados negativos. Por otra parte se descubrieron contactos con los turcos y se temía que apoyaran una invasión del Imperio otomano en la Península y se volviera a reproducir la historia de don Rodrigo y los visigodos con los judíos y los musulmanes.
§ La intelectualidad de la época ejerció gran presión para que la expulsión se llevara a efecto.
§ A la aristocracia también le interesaba porque dejaban libres unas tierras que tenían arrendadas a unos alquileres que la inflación había dejado muy bajos.
§ Las clases populares no los podía ver porque en las germanías se habían puesto de parte de la nobleza.
Así es que la medida en aquel tiempo la vieron conveniente todos los estamentos y por eso se llevó a cabo.
La expulsión tuvo lugar el 22 de septiembre de 1609. Cuando se firmó la Tregua de los Doce Años con las PP.UU., se trajeron los Tercios de Flandes y se rodeó el Reino de Valencia, haciéndose público dicho decreto. Para ello se habilitó unos determinados puertos y una gran flota. Las ordenes fueron tajantes: todo morisco que en el plazo indicado no hubiera salido de España podría ser muerto por cualquier cristiano que lo encontrase e incautarse de sus bienes. Con esta medida el Reino de Valencia perdió alrededor de un tercio de su población.
Estos moriscos se asentaron en el norte de África. Hoy día forman un grupo étnico aparte. Conservan sus costumbres, sus canciones, su forma de trabajar, su arquitectura, su peculiar forma de vestir, aunque han perdido la lengua romance. En Túnez, pertenecer al colectivo andalusí es un signo de distinción aristocrática.
Distribución geográfica de los moriscos expulsados en
1609-1611
Regiones |
Habitantes |
Moriscos expulsados |
Castilla y Extremadura |
4.120.000 |
44.625 |
Andalucía y Murcia |
1.590.000 |
45.517 |
Total Corona de Castilla |
6.700.000 |
88.116 |
Reino de Valencia |
450.000 |
117.464 |
Aragón |
400.000 |
60.818 |
Cataluña |
450.000 |
3.716 |
Total Corona de Aragón |
1.435.000 |
181.998 |
El reinado de Felipe III, en materia de administración, se caracterizó por el absentismo y la corrupción. El rey, de temperamento abúlico, abandonó la monarquía en manos de sus validos: el duque de Lerma, primero; el duque de Uceda, después.
Felipe III subió al trono con la firme decisión de acabar con un siglo donde las guerras no habían dado descanso al pueblo español.
Con las siete PPUU se firmó la Tregua de los Doce años que prácticamente reconocía su independencia.
A pesar suyo se vio envuelto en la Guerra de los Treinta Años (1618-1620), donde los Tercios triunfaron en la batalla de la Montaña Blanca contra un ejército sueco excelentemente preparado.
También Felipe IV cuando subió al trono tenía intenciones de guardar la paz a toda costa, sin embargo, la defensa de los territorios españoles en Europa le abocó a continuas guerras en un momento que la monarquía atravesaba una profunda crisis económica.
En 1621 expiró la Tregua de los Doce Años. Todavía entre 1612-1626 se obtuvieron grandes éxitos militares como la rendición de Breda, inmortalizada por Velázquez.
España tuvo que apoyar al Imperio en lucha contra los luteranos. En 1626 aseguró el dominio del valle da la Valtelina contra Francia, indispensable para poner en contacto el Milanesado con el Imperio. En 1634 el cardenal infante don Fernando vencía a los suecos en Nordlingen.
El esfuerzo bélico fue excesivo y la Corona se vio obligada a subir los impuestos:
§ Exigió al clero castellano el diezmo
§ Aumento los impuestos sobre consumo
§ Obligó al uso y pago de papel sellado
§ El Estado se quedó con la mitad del dinero de los juros que debía pagar a sus prestamistas, por lo que en adelante nadie invirtió en deuda pública
Felipe IV eligió como valido a Olivares, compañero suyo de estudios, lo que fue muy mal visto por la alta nobleza que entendía que el puesto correspondía a uno de ellos. El rey le otorgó los títulos de conde-duque. Olivares era un hombre de gran capacidad de trabajo y una gran visión como estadista pero se adelantó un siglo a su tiempo, y el intento de convertir a la Monarquía en un Estado moderno fracasó. El Conde-duque pretendía que todos los estados de la Monarquía contribuyesen según su capacidad al esfuerzo bélico y para ello propuso La Unión de Armas, que exigía en caso de guerra a Cataluña 16.000 soldados, a Aragón 10.000, Portugal 16.000 y a Castilla 44.000. Cataluña, “empobrecida, rural y menesterosa, cerrada y arcaica, de nobles bandoleros y curas trabucaires, antítesis de la actual”, como la ha llamado un historiador, se vio saqueada por soldados que no cobraban, extranjeros castellanos, italianos y alemanes que llegaron a ayudar a Cataluña contra Francia y que acabaron violentándola.
El estallido del Corpus de Sangre en Barcelona, donde los segadores amotinados asesinaron al virrey (1640), llevó a los catalanes a proclamar a Luis XIII como su soberano. En 1641 los franceses ganaron para siempre el Rosellón. Durante trece años y con el apoyo de Richelieu, los catalanes se hallaron en guerra contra Felipe IV.
Hubo que pedir hombre y dinero, y Portugal se negó a darlos. Ya en 1638 hubo un levantamiento en Évora, sofocado con sangre. Agitadores pagados por la nobleza provocaron una rebelión en Portugal y proclamaron rey al duque de Braganza, con el nombre de Juan IV. Las tropas filipinas, derrotadas en Élvas y en el Norte (1641), hubieron de retirarse, mientras Portugal para protegerse, se aliaba simultáneamente con holandeses, ingleses, franceses y catalanes.
Fue un momento delicados donde se desataron la fuerzas centrífugas. El carácter degenerado de la nobleza española aprovechó la coyuntura y el duque de Medina-Sidonia en Andalucía se proclamó rey. El duque de Hijar hizo lo mismo en Aragón. Los vizcaitarras, viendo propicia la ocasión, también traicionaron al rey. Sicilianos y napolitanos se sublevaron pero los virreyes y la nobleza se mantuvieron fieles a la Corona y sofocaron fácilmente la rebelión. Los navarros también intentaron la separación entre 1637 y 1647, pero fueron tan fácilmente vencidos como los vizcaitarras.
La quimérica política de Olivares había sido un fracaso, y en 1643, cuando Condé derrotó en Rocroi por primera vez en siglo y medio a los Tercios españoles, fue destituido. Le sucedió como valido el duque de Haro, que decidió eliminar todos lo frentes posibles para enfrentarse con el problema más grave que eran los franceses.
Eliminados los suecos, Francia se sintió amenazada. El cardenal Richelieu pactó con los protestantes y atacó España por Guipúzcoa, poniendo sitio a Fuenterrabía, y por Cataluña entró en el Rosellón.
Lo más grave fue la derrota de la Armada en las Dunas, en 1639, por el almirante holandés Tromp.
Un imperio marítimo como el de España dependía de la flota para mantener en contacto sus distintos territorios, pues de lo contrario los ejércitos no eran operativos.
La derrota de Rocroi había causado un efecto psicológico fuertísimo. El duque de Haro decidió firmar la paz como fuera y enfrentarse al enemigo más poderoso que, en ese momento , era Francia.
En 1648, España, en condiciones
desfavorables, se vio obligada a firmar la Paz de Westfalia:
§ El Imperio alemán vuelve a ser un simple título de honor.
§ Holanda se proclama independiente con la anuencia española
§ Francia adquiere territorios habsburgueses (tres de los siete antiguos votos de la elección imperial) que le acercan al anhelado Rin
§ Suecia queda dueña del Báltico.
§ España quedaba relegada a una potencia de segundo orden
La Paz de Westfalia cambió definitivamente el orden político de Europa. Se paso de una organización vertical, en cuya cúspide se encontraba el Imperio, y los demás estados subordinados a él, a una organización horizontal, basada en el equilibrio de potencias. De ahora en adelante, cuando una potencia intentara la hegemonía, las demás se coaligarían contra ella.
Don
Juan José de Austria en
1652 consiguió someter a los catalanes. En
el norte los Tercios vencieron en las batallas de Yprés,
Gravelinas, Dunquerque y Valenciennes,
sin embargo, la segunda derrota de las Dunas en 1658
llevó a la Corona al límite de su capacidad y obligó a España a firmar el Tratado delos
Pirineos en 1659, en el que perdió definitivamente el Conflent, el Rosellón, la Cerdaña,
conservando el pueblo de Llivia (por un descuido de los técnicos)
en territorio francés hasta nuestros días, el Artois
y diversas plazas de las Provincias Unidas del Sur.
La boda del rey francés Luís XIV con al infanta María Teresa sellaba la nueva
situación. La hegemonía hispana en Europa había concluido.
El aumento indiscriminado de los impuestos obligó a los campesinos a abandonar la tierras y a los artesanos sus oficios. Para financiar las guerras se recurrió a la reacuñación de las monedas, aumento de la deuda pública con los juros, y al préstamo de banqueros, lo que originó una devaluación y una inflación galopantes, que creó un caos económico sin igual en Castilla.
El Estado se declaró en bancarrota en 1627, 1647, 1655 y 1664, lo que provocó una crisis monetaria sin precedentes.
Por otra parte, la mentalidad dominante de la nobleza había creado un estado de opinión que despreciaba el trabajo manual y los oficios, cuando precisamente en Europa ocurría todo lo contrario: los protestantes asociaban el trabajo y la prosperidad a la gracia de Dios.
La corona de Aragón no sufrió estos desastres monetarios y demográficamente comenzó a invertirse la tendencia: la periferia aumentaba su peso específico en el conjunto español.
Durante los diez años que duró la minoría de edad del rey el cetro estuvo en manos de la reina Mariana y de su mediocre valido el padre Nithard.
La crisis económico-social se acentuó, agravada por un gobierno débil y caprichoso:
§ Paro endémico
§ Bandolerismo
§ Ruina de la escasa industria
§ Concentración de la tierra, cada vez en menos manos
§ Los ingresos del tesoro eran un 50% menores que medio siglo antes
§ El dinero lo acaparaban en su mayor parte la Corte y sus parásitos.
Coincidiendo con el cansancio español, después de casi dos siglos de continuas guerras contra paganos, herejes e infieles, Francia atravesaba una coyuntura de expansión en todos los órdenes. Luís XIV imponía con éxito el absolutismo político y concentraba todas las fuerzas de su próspero reino en alcanzar el Rin:
1ª Guerra: El temor al Rey Sol hizo que los antiguos enemigos de España se aliaran con Carlos II. La Paz de Nimega (1679) obligó a franceses a evacuar el Franco Condado a cambio de Lille y algunas plazas fronterizas en el Norte.
2ª Guerra: Se desarrolló sobre el Rin imperial. Se coaligaron España, el Imperio, Holanda y Suecia. Los franceses tomaron Barcelona. En 1698 se firmó la Paz de Ryswick que, excepcionalmente, no costó territorios a España y puso fin a una contienda de diez años. Quizás fue debido a que Luís XIV estaba pensando en la candidatura de su nieto Felipe al trono de la Monarquía española.
La mayoría de edad del Rey no solucionó nada. Enfermizo desde pequeño, pronto se vio que no podía tener descendencia, a pesar de que se eligieron princesas de las familias más prolíficas de Europa. Este hecho desencadenó las ambiciones de sus pariente s más cercanos:
El archiduque Carlos, hijo de Emperador
Felipe de Anjou, hijo de una infanta española y nieto de Luís XIV
La Corte española se convirtió en un nido de espías y presiones para condicionar el testamento en un sentido u otro, lo que despertó en Europa miedos y amenazas. En los últimos días de su vida el bando francés consiguió la ansiada cláusula testamentaria: Todos los Estados de la Monarquía recaían sobre Felipe de Borbón.