La II
República (1931-36)
Por Francisco Javier Albert
Gutiérrez, profesor de Historia de España.
1. Los partidos políticos1.1. Los partidos políticos de la derecha1.1.1. Partidos autoritarios JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Fundadas en octubre de 1931 por Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo. Su programa se podría resumir en los siguientes puntos: Antiliberalismo y antimarxismo. Sindicatos verticales y oposición al separatismo. Falange Española Fundada por José Antonio Primo de Rivera en 1933. Su programa era de unidad total, tanto en cuanto a lo administrativo como en lo político y religioso. Rechazaba el sistema democrático liberal y el marxismo. Buscaba integrar todos los partidos y todas las clases en un movimiento nacional. Representaba la versión española del fascismo triunfante en Europa. 1.1.2. Partidos nacionalistas La Lliga de Françesc Cambó, era un partido autonomista, católico y de centro, fue perdiendo votantes en favor de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Partido Nacionalista Vasco (PNV), Fundado por el protonazi Sabino Arana, racista. Liderado por J.A. Aguirre, que fue en el exilio colaborador con nómina de la CIA de EE UU. Su programa era antiliberal, ultracatólico y se proponía como fin depurar la raza vasca de la influencia española. Acepto la República y los métodos democráticos con tal de obtener un Estatuto de Autonomía, que consiguió cuando la República se debilitó. 1.1.3. Partidos monárquicos La Comunión Tradicionalista: Era carlista. Su candidato: Javier de Parma y Borbón. Renovación Monárquica: Partidario de restaurar en el trono a Alfonso XIII. 1.1.4. Partidos republicanos Acción Popular. Demócrata-cristiano. Tenía un periódico, “El Debate”. Su líder era José Mª Gil Robles, quien partiendo de este núcleo organizó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Su programa: Religión, Patria, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad. Partido Agrario: Conservador, de pequeños y medianos propietarios. Enemigo de la reforma agraria. Partido Liberal-Demócrata, formado por gente ligada al capital financiero, la banca. 1.2. Partidos de centro Partido Radical de Alejandro Lerroux. Era anticlerical y populista. Fue decantándose cada vez más hacia la derecha. Cuando alcanzó el poder anuló la reforma agraria y gran parte de la legislatura republicana. Partido Republicano Conservador de Niceto Alcalá Zamora. Fue elevado a la presidencia de la República. No supo obrar con la necesaria independencia de criterio que exigía el cargo y, en medio del caos reinante, se enfrentó primero a la izquierda y más tarde a la derecha. Remató su política intransigente con la disolución anticonstitucional de las segundas Cortes republicanas, por lo que tuvo que dejar el cargo en la siguiente legislatura, en la que sólo obtuvo cinco votos. 1.3. Partidos de izquierdas
Unión Republicana de Diego Martínez Barrio, quien provenía del partido de Lerroux. Ministro de comunicaciones del Gobierno provisional (1931) y de Gobernación con Lerroux (1933). Presidente del Gobierno que convocó las elecciones de 1933. Fundó la Unión Republicana (1934), partido de centro-izquierda, y fue nombrado presidente interino de la República, después de Alcalá Zamora (1936). Fue nombrado presidente de la República en el exilio en 1945. Acción Republicana, fundado por Manuel Azaña en 1925, demócrata y socialista de ideología no marxista. Propulsor de Izquierda Republicana, el partido que a partir de 1935 aglutinaría a la mayoría de republicanos de izquierda.
Partido Radical-Socialista de Marcelino Domingo. En 1933, con la llegada de la segunda República, su partido se unió con el de Manuel Azaña para formar Izquierda Republicana, y, al subir ésta al poder (1936), estuvo al frente del Ministerio de Instrucción Pública. Partidos nacionalistas Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Partido político constituido en 1931, portavoz del catalanismo de izquierda no marxista. Sus principios políticos fueron el reconocimiento de la personalidad nacional de Cataluña y los derechos del hombre y el ciudadano, la federación con los otros pueblos ibéricos y la socialización de la riqueza; el problema social se estructuró sobre la libertad sindical, el derecho de huelga y la defensa de un salario mínimo, jornada máxima de ocho horas, vacaciones obligatorias, seguros y jubilación obrera, escuelas de trabajo. En 1991, superado por la historia su programa social y político, se convirtió en independentista. Organización Republicana Galega Autónoma (ORGA) de Casares Quiroga (1929). Como jefe de Gobierno de España (1936), se opuso a repartir armas al pueblo para hacer frente al alzamiento y dimitió el 18 de julio de 1936. Partidos revolucionariosPartido Socialista Obrero Español (PSOE). Adscrito a la II Internacional. Partidarios de la lucha de clases, en sus filas había desde moderados hasta muy radicales, y sus luchas internas fueron continuas. A lo largo de la República se fueron imponiendo los líderes más radicales. El moderado Julián Besteiro fue sustituido por el revolucionario-sindicalista Fco. Largo Caballero en 1932, llamado el Lenin español, y éste, a su vez, por el estalinista Juan Negrín en 1937. Partido Comunista de España (PCE). Marxista, leninista y estalinista. Fue fundado en 1921 a raíz de una escisión en el PSOE, una parte del cual (minoritaria) quería el ingreso en la III Internacional. A este pequeño grupo se unieron miembros de la CNT. Al proclamarse la segunda República sólo contaba con unos 800 militantes. En esta época, José Díaz, antiguo cenetista, fue nombrado secretario general. Aunque su militancia llegó a los 30.000 miembros, su representación parlamentaria estaba reducida a un solo diputado. Sin embargo, su participación en el Frente Popular le fue favorable y en las elecciones (julio de 1936) obtuvo 17 diputados. Durante la guerra aumentó considerablemente sus efectivos gracias a su eficaz disciplina, su política de moderación frente a la CNT y a la presencia significativa de la URSS como única ayuda externa a la República. En 1937 contaba ya con unos 370.000 militantes y su fuerza política aumentaba: obtuvieron la dimisión de Largo Caballero y manejaron el Gobierno de Negrín; en Cataluña se impusieron por la fuerza de las armas a la CNT y al POUM en mayo de 1937. Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). De ideología trotskista, más radical que el PCE. Partido Sindicalista. De ascendencia anarquista. Confederación Nacional de Trabajadores (CNT). Anarquistas: Terroristas y asamblearios, se negaban a participar
en el sistema democrático, y querían implantar inmediatamente el comunismo.
En 1937 formaron con la UGT el Frente
Popular Antifascista. Federación Anarquista Internacional (FAI), el sector ortodoxo de la CNT-FAI, encabezado por Diego Abad de Santillán, Herrera y Peirats, venció al sector anarcobolchevique, representado por Durruti, García Oliver y Ascaso, y se hizo con el poder de la organización. A partir de entonces, la FAI impuso sus posturas ideológicas a la CNT. 2. La II República2.1. Proclamación de la República: 14 de abril de 1931 Desde febrero a junio de 1930, conocidas figuras hasta entonces identificadas con la Monarquía parlamentaria, como Miguel Maura Gamazo, José Sánchez Guerra, Niceto Alcalá Zamora, Ángel Osorio y Gallardo, y Manuel Azaña, abandonaron su defensa para pasarse al republicanismo y, de manera apenas oculta, al golpismo. El 17 de agosto de 1930 se concluyó el Pacto de San Sebastián, donde se fraguó un comité conspiratorio oficial destinado a acabar ilegalmente con la Monarquía parlamentaria y sustituirla por una República. Los integrantes de dicho pacto, Lerroux, Azaña, Domingo, Alcalá Zamora, Miguel Maura, Carrasco Formiguera, Mallol, Aiguades, Casares Quiroga, Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos..., formaron el primer Gobierno provisional de la II República. El Comité revolucionario que preparaba el golpe de Estado contra la Monarquía estaba presidido por Alcalá Zamora. Que contaba con un grupo de militares golpistas, prorepublicanos y afiliados a la masonería: López Ochoa, Batet, Riquelme, Fermín Galán..., y un grupo de estudiantes de la FUE capitaneados por Graco Marsá. Los capitanes Fermín Galán y Ángel Fernández decidieron adelantarlo al 12 de diciembre en Jaca, pero fueron reducidos por tropas leales, encarcelados, juzgados y condenados a muerte por traición. Otro intento de sublevación militar lo llevaron a cabo Queipo de Llano y Ramón Franco en Cuatro Vientos, masones, pero fueron descubiertos y detenidos. Se celebraron elecciones municipales el 12 de abril de 1931, pero cuando se publicaron los resultados de Madrid y Barcelona, los republicanos se echaron a la calle y actuaron con gran violencia dirigidos por agitadores socialistas, masones, anarquistas, nacionalistas y comunistas. El Rey, a través del conde Romanones y Maura, ofreció al “Comité Revolucionario” una convocatoria a Cortes Constitucionales, pero dicho Comité lo rechazó. Tras las elecciones municipales, el 13 de abril, el general Sanjurjo, Director General de la Guardia Civil, telegrafió a Maura para manifestarle que tanto él como el Instituto se pasaban al servicio de la República. Sin este apoyo y con la pasividad del Ejercito le fue fácil al Comité revolucionario, formado tras las elecciones municipales, obligar a Alfonso XIII a salir hacia el exilio por el puerto de Cartagena en un buque de la Armada; acto seguido nombró un Gobierno provisional formado por republicanos de izquierda con apoyo socialista. El 14 de abril de 1931 fue proclamada la II República de forma ilegal. El primer Gobierno republicano Pese a que en las elecciones municipales los monárquicos sacaron 36.168 concejales frente a 7613 de los republicanos, el Gobierno ilegal impuesto por los golpistas-revolucionarios fue el siguiente[1]: Presidente de la República: Niceto Alcalá Zamora (PRC) Jefe de Gobierno: Manuel Azaña (AR) Ministros: 2 del Partido Radical (Lerroux) 3 de Izquierda Republicana (Azaña) 3 del PSOE, uno por cada tendencia socialista 1 Esquerra Republicana 1 del ORGA Del gobierno, que se sepa, eran masones: 7 ministros, 15 directores generales, 5 subsecretarios, 5 embajadores y 21 generales. De los 470 diputados, 183 eran masones[2]. Por resta razón enseguida fue reconocido por las republicas hispanoamericanas, donde gobernaban masones desde la Independencia. Este Gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el 28 de junio. Con una ley electoral favorable, y con una abstención del 35%, las elecciones, que según reconocería después Niceto Alcalá Zamora fueron fraudulentas, dieron por resultado una Cámara de izquierdas, con mayoría socialista. 2.2. El bienio radical (1931-33) Crea cuerpo de suboficiales. Redujo el número de academias militares de cinco a dos. Reforma del Ejército Subordinó los tribunales militares al Tribunal Supremo Civil. Se paso a la reserva a los generales hostiles. Se ofreció la posibilidad de jubilación anticipada a los oficiales que no. acataran la Constitución Expropió 89 000 Ha. Reforma agraria Repartió tierras a 86 000 colonos. La reforma decepcionó a los jornaleros, que querían más. Crea Delegaciones de Trabajo. Establece la jornada de ocho horas. Reforma social Obligación a los patronos de contratar obreros locales, sin embargo, la conflictividad laboral aumentó, debido a la radicalización de la FAI-CNT y su diario “Solidaridad obrera”.
Partía de la base de que el 40% de la población era analfabeta. Se prohibió ejercer la enseñanza a los religiosos. Reforma educativa Se construyeron 10 000 escuelas. Se aumentó el 155 el salario de los maestros. Se crearon 5000 bibliotecas rurales. El anarcosindicalismo, que estuvo siempre en contra de la República, adoptó la táctica insurreccionista y provocó huelgas y estallidos revolucionarios desde 1931 a 1933. En Zaragoza, Sevilla, Barcelona…, la FAI llevó a cabo intentos de revolución, implantando el comunismo libertario, pero el caos era tremendo, entre otras cosas, por los continuos enfrentamientos entre la CNT y la UGT, entre la CNT y la FAI y entre el PCE y el POUM. 2.3. La crisis del gobierno social-azañista(Nov. de 1931 a Sep. del 33) Se ocuparon ilegalmente sesenta mil fincas rurales. En 1933 se agravaron los desordenes y la violencia. En Arnedo y Castillblanco los campesinos decidieron ocupar tierras ilegalmente. En Casa Viejas la Guardia Civil se vio obligada a disparar, y se acusó a Azaña de haber ordenado disparar a la barriga de los campesinos. La CNT-FAI organizaba violentas huelgas y después protestaba por la represión; y la derecha hacía una oposición muy dura, donde todo era considerado bueno si desprestigiaba al gobierno. La pinza cada vez apretaba más. En estas condiciones se celebraron elecciones a diputados. La abstención de los anarcosindicalistas dio el triunfo a las derechas. 3. El Bienio Moderado (1934-36) Para formar gobierno se tuvieron que aliar la CEDA y los radicales de Lerroux. Sin embargo ambos partidos tenían escisiones internas que debilitaron el Gobierno. Sus primeras medidas fueron: devolver a sus propietarios las tierras que les habían ocupado ilegalmente y mantener el presupuesto para pagar el culto y al clero, lo que le hizo impopular. La izquierda no aceptó la derrota electoral y optó por una oposición de fuerza. La CNT y la UGT promovía continuas huelgas. Zaragoza quedó paralizada por una huelga general de seis semanas. El PSOE optó por la vía subversiva y Largo Caballero, llamado el Lenin español, decidió que los militantes se armaran. El 9 de noviembre de 1934, la Guardia Civil descubrió un importante alijo de armas, que a bordo del Turquesa, se hallaba en la ría asturiana de Pravia. Parte de las armas, siguiendo órdenes de Indalecio Prieto, había sido ya desembarcada y transportada en camiones a la Diputación provincial controlada por el PSOE. El PNV se alió con las izquierdas, a cambio de la promesa de otorgarles un estatuto de autonomía. En septiembre los disturbios aumentan. En San Sebastián menudean los asesinatos. A la muerte de Maciá los catalanistas se inclinaron a la izquierda. En octubre de 1934 se formó un nuevo Gobierno que dio entrada a tres ministros de la CEDA. Aunque la combinación política era perfectamente legal y de acuerdo con las elecciones, las izquierdas no lo aceptaron e iniciaron una revolución armada: En Cataluña, el 6 de octubre, Companys proclamó el Estado catalán y se refugió en la Generalitat. El general Batet obligó a rendirse al ilegal Gobierno catalán y Companys fue encarcelado. 4. La revolución de 1934 En Asturias, anarquistas, socialistas y comunistas adoptaron un frente común bajo el lema “Unión de Hermanos Proletarios (UHP).” No aceptaron la derrota en las urnas y decidieron conquistar el poder político por la fuerza de la revolución, con un golpe de Estado revolucionario. Su modelo era la Revolución soviética de 1917. Renovación anunciaba en el verano de 1934 refiriéndose a la futura revolución: ¿Programa de acción? --Supresión a rajatabla de todos los núcleos de fuerza armada desparramada por los campos –Supresión de todas las personas que por su situación económica o por sus antecedentes puedan ser una rémora para la revolución.[3] En Mieres, 200 mineros armados se apoderaron del Ayuntamiento y de los cuarteles. El 6 de octubre se lanzaron sobre Oviedo y ocuparon las fábricas de armas de Trubia y la Vega. Se cometieron incendios, saqueos de tiendas, robos y ejecuciones de sacerdotes, burgueses y empresarios. El Comité revolucionario adoptó las siguientes medidas: § Se proclamó la Dictadura del proletariado § Se creo el Ejercito Rojo § Servicio militar obligatorio entre 17 y 40 años § Se pidió apoyo a Rusia Finalmente, el general Franco, al frente de la Legión, venció al Ejército Rojo, aunque el balance fue de 400 muertos. Los principales responsables de los asesinatos fueron juzgados y algunos condenados a muerte. Largo Caballero fue condenado y encarcelado. La represión fue dura en un principio, pero en 1936, cuando ganó el Frene Popular, fueron amnistiados todos. Se formó un nuevo Gobierno, pero las cosas no marcharon mejor. Lerroux fue acusado de corrupción. El Presidente, Alcalá Zamora, nombró Jefe de Gobierno a Portela Valladares, pero éste no obtuvo la confianza de las Cortes. Entonces Alcalá las disolvió y se convocaron elecciones para febrero de 1936. 5. Las elecciones de 1936 España fue fiel reflejo de lo que estaba pasando en Europa. El caos de la I Guerra Mundial había favorecido el auge de las ideologías extremas. Fascismo y nazismo fueron la respuesta brutal a la violencia comunista y anarquista. Largo Caballero lo expresó claramente en un mitin electoral: “Quiero decirles a las derechas que si triunfamos colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros las realizamos”[4] Manuel Azaña, imitando a los franceses, formó un Frente Popular con la izquierda burguesa, socialistas y comunistas. Las derechas se presentaron a las elecciones desunidas. Las elecciones del 16 de febrero dieron el siguiente resultado. Votos emitidos 9 716 705. La derecha ganó claramente en León, Castilla, y Navarra. En el resto de España dependiendo de las ciudades. La izquierda cometió muchos fraudes. Derecha 4 511 031 Frente Popular 4 430 322 Centro 682 825 6. El Gobierno del Frente Popular El Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, encargó formar Gobierno a Manuel Azaña. Muy pronto la violencia se desató: los choques callejeros se multiplicaron, hubo oleadas de huelgas, el campesinado revolucionario procedió a la toma de tierras en Andalucía; se asaltaron iglesias, conventos y los centros de Acción Popular. En las ciudades menudearon los tiroteos, lanzamientos de bombas y asaltos a periódicos, como el Debate y ABC. Entre los socialistas se impusieron las tesis revolucionarias del ugetista Largo Caballero sobre las de su compañero más moderado, Indalecio Prieto, y el PSOE no formó parte del Gobierno. Niceto
Alcalá Zamora fue depuesto, acusado de rebasar
los límites de la constitución al disolver las Cortes. Fue sustituido por Azaña, que nombró Jefe de Gobierno a Casares Quiroga. Su tarea era obstaculizar
la violencia creciente y el desorden público. Para el periódico “Claridad”,
de tendencia largocaballerista, el
desorden era “la expresión viviente e
inquieta, pero no inquietante, de un nuevo orden social”. Entre el 16 de febrero y el 15 de
junio los republicanos destruyeron y quemaron 196 iglesias, 10 periódicos y
78 centros políticos. Hubo 192 huelgas y 334 muertos[5].
El
enfrentamiento fue muy duro entre media España que se resistía a morir y la
que estaba más que dispuesta –y así lo anunciaba-- a asesinarla. La violencia crecía de forma imparable: en Málaga, se llegó a una verdadera guerra entre anarquistas y socialistas; los choques eran diarios entre trabajadores de la CNT y de la UGT; entre falangistas e izquierdistas; entre la Guardia Civil y los campesinos. Se atacaba a tiros a la fuerza pública. Calvo Sotelo, jefe del
Bloque Nacional, en el Parlamento criticó severamente al Jefe del Gobierno
Casares Quiroga, diciéndole que “era
incapaz de contener la turbamulta, que con ademán soez y vociferante, estaba
imponiendo la ley de la fuerza en la calle. Las hordas incontroladas
sembraban el pánico entre los ciudadanos”. Mientras el
Gobierno era incapaz de controlar la anarquía en las calles, en los cuarteles se oían ruidos de sables. Los
generales Franco, Varela
y Mola
se reunieron en Madrid. Mola
conectó con militares monárquicos y contaba con el apoyo de muchas
guarniciones. También participaron el general Sanjurjo y el Tte.
Coronel Yagüe. Los tradicionalistas navarros prometieron su apoyo. José Antonio, preso en Alicante, dio orden a los falangistas de que apoyaran al general Mola. La gota de agua que colmó el vaso fue el asesinato premeditado y alevoso de Calvo Sotelo por la Policía Gubernamental el 13 de agosto. Nunca en Europa occidental un dirigente de la oposición había sido asesinado por la policía. 7. La Guerra Civil La guerra de España se debe encuadrar dentro de las guerras civiles causadas por los avances revolucionarios en Europa y en México durante el primer tercio del siglo XX. Esto tiene la máxima importancia a la hora de enfocar de forma inteligible la guerra de España, que no tuvo nada que ver con un enfrentamiento entre democracia y fascismo, como viene pretendiendo una historiografía tan descaminada como políticamente interesada. Fue una pugna entre revolución y contrarrevolución, la más importante y sangrienta de la época si exceptuamos la guerra civil que siguió en Rusia a la toma del poder por Lenin. Este enfoque nos permite eludir las mil contradicciones y el continuo forzamiento de los datos a que obliga la versión hasta hace poco predominante. Pues, ¿cómo podía una democracia componerse de comunistas, socialistas y anarquistas fundamentalmente, además de los racistas del PNV y los nacionalistas catalanes promotores de la guerra civil en 1934, o de unas izquierdas republicanas que nunca aceptaron unas elecciones adversas? ¿Cómo podían los supuestos demócratas practicar una política de exterminio contra la Iglesia que recuerda, si bien en proporciones menores, a la practicada por los nazis contra los judíos? ¿Y el pueblo? ¿No estaba la mitad del pueblo, por lo menos, del lado de sus "opresores fascistas"?. Al final todo queda como una conspiración de traidores a la "república" española, tan modélica, según nos cuenta un buen número de intelectuales ignorantes o malintencionados. El Frente Popular perdió la guerra porque no había conseguido la unidad política y militar, la unidad de mando que sus contrarios sí habían alcanzado en los primeros meses de guerra, y por ello gran parte de su potencia se dispersaba en pugnas y sabotajes internos, y en la dificultad para aplicar los planes de forma disciplinada. El 17 de
julio de 1936, en Tetuán, el general Franco
pronunció un manifiesto en el que “...convocaba a todos los españoles honrados a poner fin a
una República de explotadores de la política, que fomentaban la anarquía, la
revolución a tiro de pistola y metralleta y el asesinato”. El Gobierno fue incapaz de controlar la situación. Comunistas, anarquistas, republicanos, socialistas, nacionalistas vascos y nacionalistas catalanes asaltaron muchos cuarteles y se hicieron con el poder en Asturias, La Mancha, Murcia, Madrid, Badajoz, Andalucía oriental, Vascongadas, región Valenciana y Cataluña, lo que suponía el 60% de la población total de España. Esta zona pasó a llamarse zona republicana o roja. Coincide con los sitios donde las comandancias de la Guardia Civil se mantuvieron fieles al Gobierno. Casi toda la Armada y la aviación quedaron en manos republicanas. La zona nacional la
componían Castilla la Vieja, Navarra, Galicia, Andalucía
occidental, Baleares, Canarias y Norte de África. E 9 de agosto de 1936, El Socialista publicaba un discurso radiado por Indalecio Prieto (PSOE) en el que decía: “Todos
los elementos financieros que los rebeldes pueden disponer en estos instantes
son escasísimos ante los dilatadísimos del Estado... todo el oro de España,
todos los recursos monetarios españoles válidos en el extranjero, todos,
absolutamente todos, están en poder del Gobierno: son las reservas de oro que
han venido garantizando nuestro papel moneda... este tesoro nacional permite
al Gobierno español, defensor de la legalidad republicana, una resistencia
ilimitada, en tanto que en dicho orden de cosas –no examino de momentos
otros—la capacidad del enemigo es nula. Pero, además,
la guerra de España es hoy una guerra industrial. Tiene más medios de vencer
aquella parte contendiente que disponga de mayores elementos industriales.
Sólo hay que mirar un mapa de España. Todo el poderío industrial de
España, absolutamente todo –y no hay en la rotundidez de la expresión
hipérbole alguna--, todo eso está en nuestras manos.” 7.1. La reacción internacional EEUU, el Imperio Británico y Francia se declararon neutrales. Aunque Francia negó la ayuda oficial al Frente popular, a través de compañías privadas hizo llegar a los republicanos el 27 de julio 6 aviones Potez-540, 14 cazas Dewoitine 372 y material terrestre, como adelanto a un pedido de 40 bombarderos y 10 cazas que terminaría de entregar el 8 de agosto. Rusia prestó un gran apoyo al gobierno republicano, pero a condición
de que el Partido Comunista, que sólo había conseguido 17 diputados en las
últimas elecciones, controlara el Gobierno, lo que consiguió con el socialista
Negrín. Cuando Azaña vio que la revolución fracasaba traslado en
un tren las reservas de divisas del Banco de España, que en ese
momento eran las cuartas del mundo, tras EEUU, Francia y Gran Bretaña,
a Cartagena, y, el 25 de octubre de 1936, abandonaban el puerto
cuatro cargueros rusos con destino a Odessa (URSS): Kursk, Kim, Nevá y
Volgoles llevaban en sus bodegas 2050 toneladas de oro, monedas, joyas
y obras de arte. Este tesoro suponía a la muerte de Stalin la cuarta
parte de las reservas de divisas del Kremlin. Al desintegrarse la URSS
en 1991 este oro se había reducido a 140
toneladas. (“El País”, 8 de abril de 1996). Las siete mil ochocientas cajas de oro en barras o amonedado fueron embarcadas hasta Odessa sin ningún tipo de garantía o recibos de entrega. Tras ser refundido en Moscú, empobreció España para el futuro, y supuso la obediencia ciega de Negrín, Jefe de Gobierno, a las instrucciones soviéticas. Suponían además de un valor patrimonial incalculable, porque la colección de monedas abarcaba desde la época de los romanos hasta nuestros días.
Supuestamente la entrega fue en pago de la ayuda militar soviética, lo cual es contradictorio por el carácter gratuito de cualquier ayuda, y, además, al no haber justificante de la entrega, la URSS se convirtió en acreedora permanente y sin límite ya que no constaba el pago de ninguna aportación armamentística a España. El oro valía miles de veces el importe de la ayuda rusa a la zona roja. Rusia reclutó comunistas por todo el mundo y formó las Brigadas internacionales, que fueron utilizadas como fuerza de choque, sobre todo en la batalla de Guadalajara y en la defensa de Madrid. Hoy día una tonelada de oro vale veinte millones de dólares, pero en aquella época el poder adquisitivo del oro era mucho mayor. Las reservas de oro robadas, conocidas después como el “Oro de Moscú”, dejaron a España en la ruina y nunca han sido devueltas por la URSS, sino que tuvo como destino la financiación del Gobierno republicano en el exilio, la financiación del PCE y de los partidos comunistas de todo el mundo. Juan Negrín durante la guerra a menudo abandonaba España para ir, cargado de divisas, a París y Londres a divertirse en cabarets de lujo y acudir a buenos restaurantes, lejos de su país (era conocido por cenar dos o tres veces por noche) y acostarse con mujeres de dos en dos (todo esto son informaciones que publicaron Abad Santillana, Indalecio Prieto y Giral) México apoyo a los republicanos, que apelaron a la solidaridad masónica. Envió, sobre todo, armamento ligero y alimentos. Italia: Mussolini, temeroso de tener un satélite soviético en el Mediterráneo mandó a España el Corpo di Troppo Volontarie (CTV). Eran voluntarios fascistas que venían a España a luchar contra los comunistas, tropas con más voluntad que preparación militar. Alemania: Por las mismas razones que Italia mandó a la Legión Cóndor. Hitler quería sustituir al Reino Unido en el abastecimiento de materias primas a España A diferencia de los italianos no eran tropas de choque, si no especialistas (aviadores, artilleros..). 7.2. La política en la zona republicana A los dos meses de producirse el Alzamiento Nacional se hizo cargo del Gobierno el socialista Largo Caballero, y se trasladó a Valencia. Se formó un gabinete heterogéneo: socialistas, comunistas, Esquerra Catalana y cuatro representantes de la CNT. Sus primeras medidas fueron: § Repartió cuatro millones de hectáreas entre los campesinos. § Nacionalizó las líneas férreas, las compañías eléctricas, CAMPSA, y algunos bancos. § Otorgó al País Vasco el Estatuto de Autonomía. La CNT y la FAI iniciaron sin autorización gubernamental iniciaron una revolución, mediante la expropiación y colectivización de industrias y tierras de cultivo. En Cataluña afectó al 70% de las empresas. El caos económico era absoluto: cuando se comieron y bebieron todo, la gente empezó a pasar hambre. La represión en la zona republicana Como dijo Azaña después de la Guerra: “obreros, jornaleros del campo y pequeños burgueses, ebrios de revolución, confundían la táctica marxista de la lucha de clases con el odio de clases”. Asesinaron a más de 70000 personas[6]. Los motivos no siempre eran políticos: odios, envidias y celos fueron determinantes a la hora de escoger a las víctimas. Una denuncia anónima era suficiente para acabar en manos de la Patrulla del Amanecer o la Brigada de Investigación Criminal. En las zonas rurales los odios estallaron con gran violencia. Los ricos, los empresarios, los militares, ex alcaldes, jueces, secretarios, gente vinculada a partidos de derecha, los terratenientes, los pequeños propietarios agrarios, los curas y los frailes[7] eran víctimas seguras. Se conoce el nombre de 13 obispos y 13000 religiosos asesinados. El informe del embajador de la República Francesa Eric Labonne del 16/02/1938, a su Ministro, Ivon Delbos, dice “Después de las afrentosas matanzas desde hace dos años de clérigos, las iglesias, monasterios y lugares de culto aparecen devastados, vacíos y abiertos a todos los vientos. Nadie se atreve a acercarse a ellos. Todos los conventos han sufrido la misma suerte, frailes, monjas y sacerdotes han desaparecido. Muchos de ellos murieron de muerte violenta. Otros muchos, gracias a nuestros cónsules, han podido ganar territorio francés, puerto de gracia y refugio deseado por muchos españoles desde los primeros días revolucionarios”[8]. El método más utilizado era el célebre paseo, que solía terminar en las cunetas y las tapias de los cementerios, y la saca de presos. La Rabassada y el cementerio de Moncada se hicieron trágicamente célebres en Barcelona; la Casa de Campo, la Pradera de San Isidro, el Pardo y Paralelos en Madrid. En Alicante actuaban los “Hijos de la Noche”; iban en un camión con una escoba en la parte de atrás, llegaban a los pueblos de noche y sacaban a los ciudadanos de sus domicilios. A la salida del pueblo, en la misma carretera, les pegaban cuatro tiros. En la carretera de Algueña a La Romana, todavía esta en pie una cruz que recuerda una de esas brutales masacres. En Alicante, por ahora, están identificados con nombres y apellidos 1561 asesinados por la represión republicana. Los nacionales en la posguerra condenaron a muerte en juicio por asesinato a 742[9]. Los líderes socialistas y comunistas, siguiendo las prácticas de Lenin, declararon que la revolución exigía exterminar a la clase burguesa. Los datos publicados en 2005 por Ángel Martín Rubio[10], siguiendo una metodología científica, calculan 100.000 soldados los muertos en el frente, y en retaguardia: Asesinados en Zona Republicana: 56.576 (15.000 sólo en Madrid) (13.000 religiosos) Ejecutados en Zona Nacional: 46.853 Condenados a muerte en la posguerra: 27966. Si hubiesen ganado los republicanos, y extrapolando a lo que sucedió en Rusia, Finlandia, China y Camboya, que fueron procesos similares, hubiesen sido masacrados varios millones. El setenta por ciento de los asesinatos y ejecuciones se produjeron en la zona que en 1936 se proclamó republicana. Ello fue debido a los excesos revolucionarios y los posteriores ajustes de cuentas cuando llegaron los nacionales. Sobre todo, Madrid, Cataluña y la región Valenciana. En Paracuellos, Madrid, bajo responsabilidad de Santiago Carrillo, S. G. de las JJCC, Consejero de Orden Público de la Junta Nacional, fueron sacados de la cárcel y masacrados en la carretera en menos de una hora 4000 presos, sospechosos de “quintacolumnistas” del general Franco. En total, sólo en Madrid, fueron asesinadas 15.000 personas. La excusa que dan los republicanos de que algunos dirigentes políticos condenaban tales hechos no pueden servir de coartada. Tan responsables eran ellos como los Mola y los Queipo de Llano que animaban a sus huestes a la violencia y el exterminio. Los enfrentamientos internos en la zona republicana Socialistas y comunistas propugnaban la necesidad de alcanzar primero la victoria militar y postergar la revolución para después, pero entre ambos surgieron enfrentamientos cuando la URSS condicionó la ayuda soviética a la primacía del PCE en el gobierno. En mayo de 1937 estalló en Barcelona una cruenta guerra civil entre los anarquistas de la CNT-FAI y los trotskistas del POUM por un lado, y el PCE por el otro. El dirigente de del POUM, Andrés Nin, y el líder anarquista de la CNT, Buenaventura Durruti, fueron detenidos y asesinados. El 17 de mayo de 1937 Negrín formó un nuevo Gobierno controlado totalmente por los comunistas. Trataron de imponer a toda costa disciplina y orden, una Dictadura al estilo Stalin, pero ya era tarde: § Se prohibieron las colectivizaciones § Se devolvieron las tierras que se habían ocupado en los primeros meses. § El anarquismo y el trotskismo fueron diezmados. El reencuentro con el orden y la eficacia llegaba demasiado tarde. Tras la caída de Cataluña, Negrín fue sustituido por un Gobierno de coalición, formado por Besteiro y Casado (militar), pero la derrota era ya inevitable. 7.3. Evolución política en la zona nacional La Iglesia española declaró la guerra como "Cruzada Nacional" contra los comunistas ateos. Al contrario que en la zona republicana, en la España nacionalista el mandó se unificaba cada vez más, y el orden y la disciplina imperaban cada día con más fuerza. A ello también contribuyó una serie de accidentes: § El general Sanjurjo, jefe previsto del Movimiento, murió en accidente aéreo. § José Antonio Primo de Rivera, jefe de FE, un líder muy carismático, fue fusilado el 19 de noviembre de 1936 en la prisión de Alicante. Entre algunos falangistas se dice que Franco pudo haberle canjeado por el hijo de Largo Caballero, y si no lo hizo fue por quitarse un rival molesto. § El general Mola, el cerebro organizador del Alzamiento, pereció en accidente aéreo en abril del 37. Así es que, dadas las circunstancias, el general Franco fue proclamado Generalísimo por la Junta Militar, presidida por el general Miguel Cabanellas, el 1 de octubre de 1936. El 19 de abril del mismo año el Decreto de Unificación obligaba a todas las fuerzas políticas a entrar en el partido único FET y de las JONS, lo que molestó a algunos falangistas y requetés. En agosto, Franco
era nombrado Caudillo y Jefe de Estado. La Iglesia, perseguida por los rojos, le prestó su apoyo. Así mismo, la burguesía partidaria del orden. En marzo de 1938 se decretó el Fuero del Trabajo, y se creó el Sindicato Vertical que, al modo de los gremios medievales, agrupaba a patronos y obreros en una misma institución. La política económica de Franco fue desde un principio fuertemente intervencionista y proteccionista, siguiendo primero las teorías económicas fascistas, y después obligado por las circunstancias del bloqueo internacional que le impusieron los aliados. La represión en la zona nacionalista Durante la guerra hubo fusilamientos de represalia para amedrentar a la población. En un principio marcharon al exilio más de 300.000, pero al final quedaron en el extranjero unos 150.000 republicanos. Muchos regresaron y algunos encontraron la muerte en la Francia ocupada por los nazis. 37.000 "Niños de la Guerra" se quedaron en la URSS para siempre (algunos pocos volvieron). La represión en la posguerra fue dura para los que no pudieron escapar al exilio. Las últimas investigaciones cifran en 27966 los ejecutados en la posguerra. Se tuvieron que enfrentar a juicios que terminaban en pena de muerte o largas condenas de cárcel. En 1940 había en las cárceles miles de retenidos en campos de prisioneros para investigar asesinatos políticos. De haber salido los republicanos vencedores las cifras hubieran sido mayores. Y es que los asesinos están dormidos en todas partes hasta que se les presenta la ocasión. Y en las guerras civiles y con ideologías extremas despiertan sus instintos criminales y campean a sus anchas. Hoy tenemos tristes ejemplos más crueles, si cabe, en la Yugoslavia de Milosevic, Ruanda (Un millón de tutsis asesinados por los hutus). Y hace unos pocos años en la URSS de Stalin, la China de Mao (Revolución cultural), la Rumania de Ceausescou, la Nicaragua sandinista (Masacre de los indios Misquitos), etcétera. El progreso parece ser que alimenta un monstruo azteca sediento de sangre que anida en las entrañas de la humanidad. Si tenemos en cuenta que la Camboya de Pol Pot, de la
misma ideología maxista–leninista que
PCE-PSOE, en cuatro años fue
exterminada la tercera parte de la población total, extrapolando las cifras,
si hubiera triunfado en España la República, las víctimas hubieran sido de
cinco o seis millones de civiles.
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[1] La masonería y la Segunda República Española. Pág. 250. César Vidal. Edit. Planeta, 2005
[2] La masonería y la Segunda República Española. Pág. 252. César Vidal. Edit. Planeta, 2005
[3] Renovación, 25 de agosto de 1934
[4] El Liberal de Bilbao. 20 de enero de 1936
[5] La masonería y la Segunda República Española. Pág. 284. César Vidal. Edit. Planeta, 2005
[6] Fuente: Ramón Salas y Francisco Moreno Gómez.
[7] Fuente: Antonio Montero, Hª de la persecución religiosa en España (1936-1939)
[8] Historia de la Iglesia en España, 1931/39. Tomo II, Pág. 419. Editorial Rialp, 1993
[9] Fuente: M. Ors Montenegro - Vicente Gabarda
[10] Los mitos de la represión en la guerra civil. Madrid, 2005